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domingo, 23 de diciembre de 2007

LA TELEVISIÓN, LA OTRA CULTURA

La cultura medíatica rinde sus frutos gracias a la televisión, un invento capaz de reducir o ampliar el pensamiento del hombre en la medida en que el control y manejo de sus contenidos estan sujetos a condicionamientos previos de qué dice y cómo lo dice. Bástase saber que la televisión fomenta y promueve estereotipos, estilos de vida, como se dijo en capitulos anteriores, El medio como tal genera el efecto mariposa que es atrapada por la luz sin mediacion racional . José Saborit plantea “Parece que debido a las características mas esenciales de su materialidad, los mensajes audiovisuales, y especialmente el cine y la televisión, al anunciar los fragmentos mas prominentes de nuestro entorno, inciden en cualquier forma de percepción visual, y diseñan la estructura de nuestro conocimiento: una complicada red -contextura maleable- marcada por un panorama disperso y fragmentado, que en manifiesta oposición a la linealidad anteriormente establecida, ocupa nuestra cotideaneidad y domina nuestra cultura.”

No se trata entonces de atacar el medio televisivo sino de establecer puntos referenciales conducentes al mejoramiento del mismo, sujeto a la modernización, a la identidad cultural o nacional y la territorialización de nuestros países y del resto del mundo. El proceso que vivimos hoy es no sólo distinto sino en buena medida inverso: los medios masivos, cooptados por la televisión, se han convertido en poderosos agentes de una cultura-mundo que se configura hoy, de la manera más explícita en la percepción de los jóvenes, y en la emergencia de culturas sin memoria territorial, ligadas a la expansión del mercado de la televisión, del disco o del video. Culturas que se hallan ligadas a sensibilidades e identidades nuevas: de temporalidades menos "largas" más precarias, dotadas de una gran plasticidad para amalgamar ingredientes que provienen de mundos culturales muy diversos, y por lo tanto atravesadas por discontinuidades en las que conviven gestos atávicos, residuos modernistas y vacios postmodernos. Esas nuevas sensibilidades conectan con los movimientos de la globalización tecnológica que estan disminuyendo la importancia de lo territorial y de los referentes tradicionales de identidad.

la Televisión, desde sus orígenes, ha estado orientada a mediar entre diferentes realidades e intereses. En efecto, aun cuando en sus primeras operaciones la Televisión fue sólo un sistema de envío y recepción de señales, bajo la transmisión casi instantánea de una sucesión de 25 imágenes por segundo, pronto se la vio, sobre todo a partir de la perspectiva estatal (por ejemplo en Alemania, Estados Unidos y Francia), como una herramienta de comunicación que permitía crear, entre otras de sus posibilidades, agendas horarias para el uso del tiempo libre de los ciudadanos, referencias publicitarias de productos y empresas, tribunas para el envío de mensajes de interés público y distribución de valores y prácticas sociales de perfil estatal.

¿INDUSTRIA CULTURAL O DE ENTRETENIMIENTO?

La televisión es y será desde todo punto de vista un producto, asi algunos teóricos opinen lo contrario, que ofrece alternativas de rentabilidad, siempre y cuando se garantice.

1) Calidad técnica y conceptual
2) Estabilidad laboral
3) Infraestructura económica
4) Producción permanente

De esta manera se garantizarían productos de calidad, competivos y con contenidos que fomenten los ya mencionadas características por las cuales se ha soportado la television durante muchos años como la de informar, educar y entretener. Ahora bien en en un sistema cada vez mas cercano a los criterios de homogeneización (lease globalización) depender de criterios de producción sin una adecuada infraestructura es un riesgo, pero al mismo tiempo es riesgoso tener esa insfraestructura sin un personal competitivo y creativo que solamente produzca lo que el mercado exige o que simplemente copie lo que otros hacen, so pena que garantice audiencia y por ende rentabilidad económica en detrimento de los contenidos. Aunque resulte contradictorio la estrategia a seguir sería ofertar sobre productos que garanticen rentabilidad pero que no vayan en detrimento de la formación y estructuración de la sociedad, que en últimas es la encargada de recibir y consumir el producto televisivo, en síntesis un producto que garantice calidad conceptual en función del servicio público de la televisión.

Lograr concertar políticas industriales para lo público y lo privado del sector es competencia directa de los afectados por el uso que se le ha dado a la televisión, los productores, técnicos, programadores y anunciantes y de todos aquellos que tienen la responsabilidad comercial y financiera de la televisión. Para efectos de esas politicas hay que repensar en los criterios economicos que hacen factible la realización y producción de un programa para este medio de enorme penetracion, criterios que van desde los temas, el tratamiento y la vialbilidad comercial hasta llegar al consumidor primario: el televidente.

Paradojicamente una de las exigencias de mercadeo es la de ofrecer productos que el consumidor no requiere, sino que se enuncia como necesario para lograr el efecto de venta. Por un lado los canales privados ofertan unos formatos de programas con caracteristicas hibridas que el publico asimila y la televsion publica o lo que queda de ella sucede lo contrario, no existe una linea de programación que cautive ni al consumidor ni a los anunciantes, quedando solo como vitrinas comerciales.

Ahora bien, para nadie es un secreto que la mayor parte de la pauta publicitaria que sostenía la televisión pública hace unos años atrás, son los mismos que gestarón y parieron la televisión privada, y que el régimen de competencia que figuraba en nuestra televisión pasa a mejor vida, al ser los mismos dueños de los canales privados los que ofertan sus lineas de productos y servicios a tráves de sus propios medios de comunicación en una especie de proceso autoembrionario, dejando desvertebrada la función pública de la televisión.


La televisión es un buen negocio, si no lo fuera, no existieran tantos intereses sobre su explotación y comercialización y como todo negocio tiene tiene sus momentos de pérdidas y ganancias y puntos de equilibrio y el pais no esta pasando por sus mejores momentos, sin embargo ese proceso auoembriomnario que mencionamos anteriormente esta sirviendo de soporte para financiar los canales privados de televisión. Estos criterios estan directamente relacionados al uso que se le ha dado a la television como medio, indistintamente si es público o privado, una televisión que no consulta sobre las necesidades de formación y de áproximacion hacia el conocimiento, desligada de la realidad, una televisión por momentos maniquea y artificial, condicionantes politicas institucionalizadas desde siempre, no solo en el país, sino en mucho de los países de América Latina y de Estados Unidos. Por tradición la televisión además de ser un soporte de entretenimiento, es un elemento importante de dominacion ideológica y de aislamiento social que genera, si se sabe operar, grandes dividendos. ¿qué hacer ante este panaorama? ¿competir en condiciones de desigualdad economica? ¿ofertar productos que cautiven a la audiencia? es posible, siempre y cuando se establezcan nuevas reglas de juego, porque entre bomberos no se pisan las mangueras, dice un adagio popular.

Aunque suene redundante, una de las politicas sería la de fortalecer el sistema público de televisión, ofreciendo nuevas alternativas de programación, buscar mecanismos mercadológicos y publicitarios que fomenten el sector mediante procesos competitivos no excluyentes, ofertando los productos hacia otros sectores de la economía que no estan inscritos en los grandes monopolios, sobre todo si se tiene en cuenta que la economía del país esta cimentada sobre estos grandes y poderosos sectores. Tal vez suene útopico o irreal, pero intentando lo imposible se logra lo posible, como lo dijera el escritor ingles Oscar Wilde.

Siempre que se habla de televisión y de su fomento, se establecen dos referentes claros: el estado y el sector privado, sin previo conocimiento del consumidor final: el televidente, él, es quien recibe toda la informacion de la oferta televisiva, sustraerlo de este proceso, es excluir una clave importante en el desarrollo mismo del medio, gracias a él existe la televisión, gracias a el viven los anunciantes y el consumo y gracias al consumo se soporta la televisión, es un circulo constante que no se debe olvidar y que se debe estudiar.

Establecer unas medidas cortoplazistas para desarrollar y fomentar la televisión es una tarea que compromete a todos. El Estado tiene su compromiso como garante del servicio, el sector privado en el manejo y el uso, asi como en los contenidos que ofrece y el televidente como regulador.

Lograr esos puntos de equilibrio estan supeditados a mecanismos de control que permitan un buen servicio de televisión, esto significaría un mayor papel del estado sin sujeción a los requirimientos del sector privado, claro esta que resultaría difícil establecer hasta que punto el sector privado acepte o no estos procedimientos, teniendo en cuenta que de él depende directa o indirectamente el desarrollo de la televisión desde el punto de vista financiero y comercial.

Hay que entender a la televisión como un medio que sirve de acicate para el entretenimiento más no para el desarrollo cultural y social y educativo. Este discermiento es generado por los fallidos intentos de propiciar una televisión responsable, propiciadora de modelos de transformación sociocultural. Haciendo esta aclaracion se pueden vislumbrar lo siguiente:

Televisión+ cultura = aburrimiento
Televisión + educación+ cultura = pesadez
Television + trivialidad + pornomiseria = rating

Estas tres formulas arbitrariamente matemáticas nos hacen distinguir lo serio que que es el fenomeno de la televisión y su prolongado distanciamiento hacia su responsablidad cultural y educativa. Estos factores de riesgo estan sujetos a criterios que una programación con una orientación cultural y educativa no genera rentabilidad o en su defecto se susbestima al televidente aduciendo lo que necesita y debe recibir es una programacion frívola tamizada de seudocultura y seudoeducación a tráves de programas de concurso o de magazines informativos. Lo cierto es que la educación y la cultura no riñen en ningun momento con las posibilidades comerciales del sector televisivo, tal es el ejemplo de Discovery Network un pool de televisión privado que garantiza cultura, educación y entretenimiento, sin llegar a los limites de la trivialización y la pornomiseria.

Ahora bien, no se trata de establecer comparaciones, sino de plantear un ejemplo de cómo se puede conciliar una televisión con una responsablidad cultural y educativa, sin menoscabo de lo estrictamente comercial. Manejando desde esa perspectiva el concepto de la trasnversalidad como referente conductual. Entiendose esto como la unidad que caracteriza los medios de información, educación, cultura y entretenimiento.

Nuestra televisión en su momento tuvo acertados procesos en programas que reivindicaban su responsabilidad hacia la sociedad colombiana como propiciadora de educacion y cultura, pero parece que esta sufriendo un grave proceso regresivo. Esa afección, obviamente es generada por la globalización y las políticas de mercado.

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