La libertad es un derecho incuestionable del hombre, frente a eso no hay restricción alguna. Colombia es un país amarrado, su libertad esta sujeta a la voluntad de fuerzas oscuras que le impiden desarrollarse libremente tanto política como socialmente. Un hecho evidente de esa cohersión es el secuestro de miles de ciudadanos sometidos por la guerrilla y las masacres cometidas hace algunos años por el paramilitarismo. Crímenes de lesa humanidad, porque tanto el uno como el otro están vulnerando los derechos que todo ser humano tiene, indistintamente de su condición social: la vida y la libertad.
Colombia es un país signado por la violencia desde los años 50 y no has cesado. Son más de cincuenta años de genocidios, magnicidios, masacres y terrorismo. Sin embargo, según estudios realizados, se ha determinado que es uno de los países donde la gente es feliz, una brutal paradoja que nos hace reflexionar sobre su destino, lo que si es un hecho contundente es que nos estamos enfrentando al dilema moral y ético de sobreponernos a la barbarie y la sinrazón. Por un lado los paramilitares denunciando sus hazañas medíaticas protegidos bajo una ley de justicia y paz y por el otro lado la guerrilla sometiendo a ciudadanos civiles políticos y militares a un encierro forzoso que no tiene justficacion ideológica ni política, porque la libertad esta por encima de toda consideración igual que la vida. Se esta hablando de intercambio humanitario, mediaciones de otros países que den solución al conflicto, Chavéz y Piedad con una necesidad de protagonismo, un conflicto que mas que político es netamente económico, en donde fuerzas oscuras juegan un papel determinante. A esas fuerzas no le interesa la paz, porque esta no es rentable, ni genera dividendos. Esa mitificación de la guerra es la que tiene sumida a Colombia en una dolorosa agonía. Y el desencadenante fue ese as bajo la manga, la figura silenciosa de Ingrid Betancourt, reflejando a un país político indolente y artificiosamente inhumano al que no le interesa sino las posiblidades de rentabilidad de la guerra. Esa figura silenciosa nos muestra la capacidad de olvido y la desidia de un gobierno maniqueista. Porque para el país social y ciudadano y al que lo tienen sumido en un letargo de siglos, le interesa es luchar por su propio bienestar porque otra posibilidad es inexistente. La libertad además de ser un derecho es un principio inquebrantable para la dignidad humana.
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