Uno de los recursos mas efectistas desde el punto de vista emocional y social se evidencian en la imagen. Su impacto en las costumbres y formas de pensar de la sociedad son tan contundentes que los medios de comunicación de masas lo saben y la utilizan llevándolas al nivel de la sublimacion. Bastase con ver los últimos acontecimientos en cualquier rincón del planeta para establecer el poder y la fuerza que una imagen por si misma genera y como esta es formadora de opinión pública. Las imagenes del secuestro de miles de colombianos por la guerrilla de las Farc es una clara muestra de como esas imagenes pueden propiciar mecanismos de presión y opinión, sobre todo cuando se ejercitan procesos políticos claves en Colombia y en el Hemisferio. Esas imagenes hablan por si solas, pero si le aplican grandes niveles de redundancia y de apoyo textual causan mayor impacto en la población, de ahí que se establezca un valor agregado como es la certeza ideológica y en algunos caso de manipulación política para fines netamente proselitista. No esta de mas aclarar que el secuestro como tal es uno de los delitos mas atroces a los que se le puede someter un ser humano, pero de ahí a que se utilice como arma ideológica a través de la imagen fotográfica o televisiva puede resultar en algunos casos contraproducente, teniendo en cuenta el principio y el derecho a la intimidad personal, pero en estos casos la fuerza ideológica se valida por que se esta buscando una intención política contundente: la libertad de los secuestrados, sin importar que medios se utilicen y la imagen facilita esa posibilidad por su capacidad de conmover y persuadir.
Tanto para un sector como al otro la posibilidad de la existencia de una imagen fotográfica o televisiva de personas que están en condiciones poco dignas como el caso que nos ocupa, genera un margen de credibilidad ante la opinión pública, a su vez puede revertirse en forma positiva o negativa, para las Farc sería negativo para su búsqueda de status político y para el estado una forma de presionar al ciudadano y a la comunidad internacional para que respalde su accionar político. Ambas situaciones propiciadas por y desde la contundencia icónica, de ahí el criterio popular de que una imagen vale mas que mil palabras, más aún cuando se facultan elementos narrativos como el directo en televisión y las crónicas periodísticas marcadamentes elaboradas que desarrollan los noticieros, quienes a su vez son el respaldo ideológico del Estado.
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