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jueves, 21 de febrero de 2008

LOS HIBRIDOS CULTURALES Y EDUCATIVOS A LA SOMBRA DE LA CONTEMPORANEIDAD


Como se ha planteado, el hombre es un ser social por naturaleza y cultural por apropiación, sus propósitos esenciales a lo largo de su existencia, están precisamente ligadas a su desarrollo como generador de cultura, en un contexto que va de lo simple a lo complejo. La educación desde esa perspectiva ha modelado procesos de desarrollo social y por ende es y debe ser dinamizadora del hecho cultural. Paralela a esa idea, la docencia se ejerce en función de fomentar logros en el pensamiento y por ende en el desarrollo del conocimiento, y no como mediadora de conceptos y de simple retórica, entendida como una reflexión crítica y racional del conocimiento científico. Aquí se vuelve al punto central, si realmente el destino de la educación es ser propiciadora de procesos culturales a través y desde la investigación de los fenómenos históricos.

Tal es el caso de lo que conocemos como contemporaneidad con sus hibrídaciones en el orden cultural y como se refleja en la educación, teniendo en cuenta la aproximación y el rol que cumple la educación en nuestra sociedad, una sociedad que responde a unas expectativas filosóficas relacionadas con los atavismos, sistemas de creencias en el orden espiritual y que de alguna manera están ligadas a la superstición, creencias que aplicada a un contexto cultural deben ser aceptadas y valoradas sin riesgo a que afecten los requerimientos de desarrollo social, aunque resulte paradójico y a la vez contradictorio. Mas aún cuando se habla de diversidad y pluriculturalidad.

Lo importante es observar y analizar su fenomenología sin posturas conservaduristas como de alguna manera se refleja en la postmodernidad (léase Contemporaneidad) y sin radicalismos, la idea es ver al hombre en su dimensión holística propiciada por y desde la escuela. Una escuela que asuma la hibridación con reflexión critica, pero tolerante, tiene el rol necesario para transformar y crear un hombre igualmente reflexivo y crítico. Ernesto Sabato, considera el papel de la nueva escuela “como un microcosmos en que el niño se prepare para autenticas comunidades, o sea, sociedades de hombres a la vez libres y responsables ante el prójimo, basadas en el dialogo y la justicia social, en la libertad y el bien común.”. Esas consideraciones nos llevan a pensar en la importancia de la educación y los procesos que de ahí se genera para desarrollar modelos de cambio social. Una educación liberadora, pero con responsabilidades hacia el bien común, crítica y analítica.

Ahora bien, las condiciones socio históricas, como la caída irreductible del mundo socialista, han permeado y facilitado un nuevo paradigma que involucra patrones de valor, consolidando la presencia del capitalismo y su economía de mercado como motor de la condición humana, llevando consigo homogeneización, una presencia fuerte de la individualidad en algunos sectores sociales privilegiados, en la que subyace el común de la gente planteando como antítesis la presencia de lo colectivo y sus valores primarios, creencias filosóficas, posiciones ideológicas centradas en su cotidianidad.

En un texto de Derrick de Kerckhove, The Skin of Culture. Investigating the New Electronic Age, publicado originalmente en Canadá en 1995, puede leerse la siguiente frase: «No es el mundo que se está volviendo global, somos nosotros». Una vez más, no nos sorprende la formulación y la afirmación absoluta de la «subjetividad». Pero el rasgo diferencial de esta nueva subjetivación, aquélla en que nos movemos en la era de las nuevas tecnologías, tiene lugar en su carácter mediático, esto es, aparece, ahora, mediada por las nuevas formas de producción tecnológica. De estas formas son responsables y productores los hombres, raíz última de la subjetividad. Presentado de este modo, el fenómeno de la globalización no remite, como muchos nos quieren hacer creer (la literatura sobre el tema crece diariamente, en una corriente que muchas veces oscurece más que ilumina), a un estrechamiento del espacio mundano, objetual, a una conectividad The World Wide Web- objetiva de la cual puede el momento presente disfrutar gracias a los medios tecnológicos.

Esas contradicciones históricas en las que subyace la contemporaneidad son las que permiten ver al hombre en una dimensión más cercana a las preocupaciones elementales de la existencia: ¿Quien soy? ¿De donde vengo? ¿Para que estoy aquí? Cuestionamientos que lo aproximan a la búsqueda e interpretación del mundo, generando modelos, fetiches y fundamentos espirituales y religiosos que diluciden de alguna manera la condición humana. En la medida que el ser humano responda esos cuestionamientos vitales tendrá una mayor comprensión del mundo y de su existencia, estableciendo así su lugar en la historia, como un ser capaz de alternar con el mundo sin socavarlo.

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